Geometría del rebaño egoísta

Un experimento reciente parece confirmar algo que los biólogos sospechaban hace tiempo: los rebaños que forman las ovejas cuando se sienten amenazadas no son producto de un sentimiento gregario o solidario sino resultado de sus egoísmos individuales. En una serie de tres ensayos, las ovejas de un grupo fueron monitorizadas individualmente mediante GPS para seguir sus trayectorias ante la presencia de un perro que las pastoreaba hasta recogerlas en el corral. Los resultados muestran que, al sentirte acechada, cada oveja se aproxima al centroide o centro de masas del rebaño. El centroide es el punto ideal más interior de la masa compacta de ovejas: es el punto común de todos los planos que dividen al rebaño en dos partes de igual masa. En un rebaño de forma aproximadamente circular, el centroide estará próximo al centro del círculo.

La geometría del rebaño egoísta se consigue tras un mecanismo de agrupación en dos tiempos: en un primer momento, cuando el perro se aproxima sólo a cierta distancia, cada oveja dispersa se une al grupo para evitar quedar expuesta como señuelo; en un segundo procedimiento, cuando el potencial depredador aprieta, las ovejas intentan refugiarse dentro del grupo buscando el punto de acceso más recóndito en su interior –el centroide‑. Así, la solución de grupo ‑el rebaño compacto‑ es producto de las conductas individuales egoístas, basadas en el principio del “¡sálvese quién pueda!” o “si eso muere tú”.

El descubrimiento de las ovejas egoístas propone una cuestión de enjundia sobre todo para los rebaños humanos o sociales formados también por individuos egoístas. ¿Es satisfactorio el resultado colectivo producido por las conductas egoístas de los individuos? ¿Se puede –y cómo‑ implementar una mejor solución para el grupo?

En el caso de los humanos el egoísmo individual se da por sentado. Pero no se trata de egoísmo en un sentido moral, sino en el sentido de que los individuos se comportan respondiendo a sus incentivos. En el primer sentido, el concepto cambia de un lugar a otro porque los conceptos morales lo hacen. Sin embargo, en el sentido conductual, el egoísmo es universal .Vale, por ejemplo, en España y Suecia, a pesar de que la valoración moral sobre lo colectivo,  en particular, es muy diferente en ambos lugares. Y también vale para las ovejas amenazadas, que siguen sus incentivos –biológicos‑ respondiendo acordemente dos preguntas que les plantea su condición como presas: ¿es mejor aislada o en grupo? y ¿es mejor lejos o cerca del centroide? De algún modo conocen la respuesta correcta e intentan aplicarla, y la configuración resultante de los múltiples idénticos problemas ovejunos es la aglomeración del rebaño.

Se puede pensar que la solución de rebaño de las ovejas es óptima para todo el grupo, como consecuencia de su aprendizaje evolutivo después de repetir muchos encuentros con un perro pastor. Pero puede no ser así. Como contraejemplo un caso ocurrido hace un tiempo en un corral de La Mancha: un pequeño perro solo causó la muerte de la mitad de un rebaño de unas doscientas ovejas. Pero no murieron a causa de los ataques del perrito, que básicamente se dedicó a ladrar. Las mató el mecanismo de agrupación: la mayoría murieron asfixiadas en la aglomeración buscando desesperadamente el centroide del grupo. Es fácil imaginar mejores soluciones colectivas que la del rebaño egoísta, pero las ovejas de La Mancha no supieron hallarlas o implementarlas.

La cuestión esencial que subyace en el problema del rebaño es la tensión entre el interés individual y el bien colectivo. Si el bien colectivo de un rebaño atacado se mide en el número de bajas, la solución del rebaño egoísta es peor que otra en que algún miembro se presta a ser víctima propiciatoria del depredador –jugando el papel del héroe de las películas. Sin embargo esa solución mejor para el grupo está en conflicto con el egoísmo natural del individuo expuesto, que preferiría confundirse con el grupo. Sin individuos que quieran motu proprio hacer de héroes  –de altruistas, que los hay en ciertas especies naturales‑ no se puede esperar que se implemente esa solución mejor. Cualquier solución del rebaño que sea estable debe estar construida sobre el egoísmo de sus miembros. En grupos homogéneos formados por individuos similares, como eran las ovejas británicas del estudio mencionado –todas de 3 años y peso en torno a 46 kg– o las de La Mancha la solución esperada será la del rebaño egoísta.

El mismo puzle reaparece en la formación de cualquier rebaño social formado por egoístas. Como el de los europaíses de la Unión Europea (UE), que tienen su unidad amenazada a consecuencia de la tremenda crisis de deuda pública durante los años 2010. Los países con tipos de interés más débiles –irónicamente de la periferia del grupo‑ se han mostrado desprotegidos y han sido acosados por los mercados. Como las ovejas, buscan protección pegándose al grupo, pero siguen expuestos lejos del centroide del eurorebaño, ocupado por países más fuertes.

Cuando los miembros del grupo tienen iguales incentivos y envergaduras ‑ como sucede con los auténticos rebaños de ovejas‑ no parece fácil implementar una solución colectiva mejor que la agrupación hacia el centroide. Pero el rebaño de la eurozona –o la propia UE‑ está formado por países de fortalezas diferentes. Para esos rebaños, existen estructuras de defensa común más eficientes en la naturaleza –que parece tener todo ya inventado. Por ejemplo, los muscoxen o bueyes almizcleros organizan la defensa del rebaño en círculo, con los adultos –bueyes y hembras más fuertes‑ situados en el exterior con los cuernos hacia fuera y los juveniles y los más débiles protegidos en el interior. Como en la formación del centroide, los individuos siguen su instinto pero la solución colectiva es mejor para el grupo.

Un aspecto sustancial de la crisis –ya genérica‑ en Europa se puede mirar como una versión del problema del rebaño. El rebaño europeo podrá mantenerse unido –la UE es una unión, a fin de cuentas‑ pero es muy posible que lo haga de modo que el colectivo salga perdiendo. No existe aún una solución colectiva satisfactoria para superar la crisis. Se trata de identificar las mejores soluciones colectivas e implementarlas. Y hay que hacerlo entendiendo que los diferentes egoísmos de los miembros del grupo deben ser el pegamento de una solución efectiva. No es una tarea fácil, pero es la que toca ahora. Entender cómo traducir esos egoísmos en una configuración del rebaño que sea buena para todos es la clave del problema, la madre del cordero.

PS Según economistas del recientemente constituido INET council, no existe aún una solución colectiva y cooperativa satisfactoria para Europa, y “es incomprensible porque superar la crisis no es un juego de suma cero, sino que todos sus Estados pueden salir ganando poniéndose de acuerdo en reparar sus fallos de diseño y mejorar su gobernanza.” En efecto, la configuración actual de la eurozona se mueve entre la del “¡sálvese quién pueda!” de las ovejas egoístas y la de los rebaños de muscoxen. La primera es la que lleva al límite la escalada del precio de la deuda española y al país al borde mismo del rescate total (el lunes 25/7/2012). La segunda es la que aparece cuando un gesto del los miembros fuertes del rebaño –a través del BCE‑ basta para relajar el ataque a la deuda española (el viernes 27/7/2012). Y todo a la vez, en una semana.

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