Comités humanos y planetarios

¿Por qué la historia de la ciencia aplicada a lo social es mucho más reciente y menos exitosa que la de la aplicada al mundo físico? Resulta que, en contra de lo que suele ocurrir en las situaciones de la física, la indeterminación está a menudo en la esencia misma de las situaciones sociales, lo que presenta dificultades para establecer leyes inequívocas en lo social. El siguiente sencillo esquema sirve para ilustrarlo.

 

Si un objeto que se encuentra en A está sometido a las dos fuerzas I  y II, es bien conocido que sufrirá un desplazamiento exactamente hacia B. Así, por ejemplo, si el viento empuja un velero situado en A con la fuerza I pero hay una corriente con la fuerza II, el barco navegará –derivará, en el argot náutico‑ hacia B. Sin embargo, si un chico se encuentra en un bar en la posición A una noche de sábado y siente las dos fuerzas I y II que le atraen en las direcciones de sendas atractivas chicas, sólo es seguro que el chico no se moverá en la dirección de B.

Puede pensarse que, al ser la fuerza I mayor que la II, el joven seguirá la dirección de I, pero bien puede no ser ése el caso si el joven se inhibe –al considerar que habrá otros pretendientes mejores‑ y opta por la dirección de menor atracción. En contraste con la situación física, el juego de fuerzas en la situación social no permite determinar a priori con precisión el movimiento a partir del punto A.

La ciencia no es más que un punto de vista para mirar las cosas. El modo científico es el mismo cuando se aplica aquí o allá para estudiar la configuración del sistema solar, el origen de las especies, o la vida a escala celular, pero también la estructura social y económica de las democracias liberales, la formación de los precios o la medición y el crecimiento de la riqueza de los países. La aproximación científica lo es porque respeta el siguiente protocolo de actuación: (1) la medición experimental, recopilación y procesamiento de datos genuinos; (2) la formulación (a partir de los datos y el ingenio) de leyes y modelos teóricos que se puedan explorar deductivamente para producir nuevas conclusiones, en forma de explicaciones sobre el pasado o lo ya observado, o de predicciones sobre el futuro o lo no observado; y (3) la consistencia de las revelaciones deducidas, contrastando las explicaciones o consecuencias del modelo con los datos conocidos y los pronósticos con nuevos datos y observaciones. El éxito de un modelo se mide por su capacidad para explicar el pasado y, sobre todo, para predecir el futuro ‑predecir el pasado tiene menos mérito, aunque es parte de la prueba del nueve para un modelo científico.

El protocolo anterior funciona articuladamente, con las tres partes conectadas mediante puentes lógicos: el trabajo de datos sirve para sugerir potenciales modelos, éstos producen hechos o leyes que deben ser acordes con los datos conocidos y proponer nuevos análisis de datos que permitan refutar, reforzar o refinar los modelos. Las matemáticas desempeñan un papel básico en los tres episodios –en el (1) y el (3) a través de sus ramas estadísticas‑, y absolutamente protagonista en el episodio (2). No es sólo que la formulación útil de leyes y modelos sea en forma de ecuaciones matemáticas, sino que las propias reglas del juego –crucial para el desarrollo provechoso de la etapa (2)‑ son las del método deductivo de las matemáticas.

El paradigma de ese protocolo sigue siendo la gravitación. (1) Fue escrutada por Kepler mediante ingentes mediciones, que condujeron a la formulación de sus famosas leyes, en particular la forma elíptica de las órbitas planetarias. (2) Los datos de Kepler sirvieron para que Newton formulara su maravilloso modelo de gravitación universal –en el año milagroso de 1666‑ y a la sazón verificara deductivamente –tan sólo con tinta y papel‑ las conjeturas de Kepler, que ascendieron de promesas experimentales –conjeturas‑ a certezas sólidas –leyes‑, establecidas a partir de un nuevo principio general. (3) La larga historia de éxitos científicos y tecnológicos de aquel formidable hallazgo es bien conocida, y ha conseguido recientemente su último triunfo sin precedente en Marte.

No es difícil argumentar que, en efecto, ese modelo de éxito de las matemáticas en el mundo físico no ha tenido secuela en el mundo de lo social. Se pueden encontrar razones de ello en la dificultad de implementar el esquema (1)-(-2)-(3) de marras en el caso de los fenómenos sociales.

Sobre las partes que conciernen datos – (1) y (3)‑ es notoria la problemática de qué y cómo medir en economía o psicología, por ejemplo. A menudo las variables que se quieren estimar son muy elusivas –como las preferencias, habilidades o actitudes, o el bienestar ‑ o difíciles de estimar –como los números de la contabilidad nacional, los de la economía sumergida o el valor de recursos medioambientales. En economía los datos también suelen ser escasos y con mucho error. Además se añade la dificultad de desarrollar o repetir experimentos controlados, en que todas las variables están quietas excepto una que se quiere medir –aislando de paso el ruido experimental. Eso, que suele ser sencillo de implementar en el laboratorio en física, es casi imposible en economía. No es casual que algunas disciplinas sociales hayan desarrollado ramas específicas  ‑la econometría o la psicometría‑ para el análisis o la medición de los datos de naturaleza económica o psicológica.

Si no se puede confiar en los hechos que sugieren los datos es difícil establecer leyes precisas o contrastar teorías propuestas, es decir, que la problemática de los datos daña seriamente los puentes que conectan la parte (2) con la (1) y la (3). Ya en 1871, el inglés Stanley Jevons –uno de los tres o cuatro economistas más importantes del siglo XIX‑ sostenía que la carencia de un sistema perfecto de estadística es el único obstáculo en el camino de convertir la economía en una ciencia exacta. A la espera de ese sistema –decía Jevons‑ la economía no será menos matemática aunque sí menos útil. Toda una muestra de la fe en las matemáticas como herramienta de conocimiento en la ciencia social.

No sólo los puentes del esquema científico de arriba se debilitan, también el núcleo teórico del procedimiento ‑la parte (2)‑ presenta dificultades para establecer leyes inequívocas en lo social, como muestra el ejemplo de las fuerzas de arriba. Mientras que en la situación física existe un esquema teórico genérico capaz de determinar de manera precisa el movimiento según la resultante de las fuerzas aplicadas, en la situación social el modelo teórico –que también lo hay‑ no puede hacerlo en general sin ambigüedad.

En situaciones sociales con más participantes ‑pongamos un bar lleno de chicos y chicas sometidos a fuerzas de atracción similares a las de arriba‑ se pueden emplear argumentos de equilibrio para descartar unas soluciones en favor de otras, pero ‑salvo casos especiales‑ no es posible eliminar ambigüedades y determinar únicamente una solución. Sin embargo, en escenarios físicos equivalentes –pongamos el Sistema Solar con todos sus planetas sometidos a las fuerzas gravitatorias‑ aún se pueden determinar sin ambigüedad los movimientos de todos los planetas participantes.

Parece existir, finalmente, una mayor dificultad intrínseca en las situaciones sociales ‑incluso de las más elementales‑ que explica en general el desarrollo tardío de la ciencia social ‑apareció casi tres siglos que la ciencia física‑ y la dificultad para emplear los métodos de las matemáticas. El matemático húngaro John Kemeny, colaborador de Einstein en Princeton‑ lo explicó contundentemente así: “La verdadera dificultad para aplicar las matemáticas está en el hecho de que las ciencias sociales son más complejas que las ciencias físicas. El comportamiento de un comité de seres humanos es inmensamente más complejo que el de las órbitas del sistema planetario.”

 

Comments are closed.